Tenía que ocurrir. Con unos 800.000 británicos asentados más o menos permanentemente en España, sólo era cuestión de tiempo antes de que cambiaran sus costumbres. Aquí era fácil lanzarse a por los langostinos y los percebes en lugar del cucurucho de ‘fish and chips’. Pero con tanto trasiego de idas y venidas, algunos hábitos han llegado a las islas para quedarse. Como el vicio de comer jamón serrano. Un capricho que ha desatado una guerra.
Lo cuenta Graham Ruddick en The Daily Telegraph: ‘El jamón serrano español es el centro de una guerra de precios en los supermercados británicos estas Navidades’. ¿Es que también han cambiado las familias el pavo asado con salsa de arándanos por unas buenas lonchas de jamón jamón? No es exactamente eso, pero sí es verdad que varias cadenas de alimentación se han enzarzado en una ‘guerra del jamón’ en busca del cliente. Y para ganarse adeptos, tirar el precio hacia abajo es la fórmula más a mano.
Los combatientes principales son dos cadenas alemanas, Aldi y Lidl, aunque otras han entrado en combate. Según Ruddick, Aldi y Lidl ‘han establecido un nuevo listón en cuanto a precios y han transformado la percepción sobre la calidad de los alimentos en la mente de los consumidores británicos, y todo ello gracias al jamón serrano’. Más aún, el jamón ‘dice más que ningún otro producto sobre la evolución de nuestros gustos o sobre el cambio radical de los hábitos de compra’.
‘Miles de hogares en todo el país acabarán estas Navidades con jamón serrano en sus platos’, añade el Telegraph. La razón principal es que ya se sabe de qué va eso del jamón. Y luego, la carrera hacia debajo de los precios emprendida por Aldi y Lidl desde hace un año. Empezó Lidl con un spot de televisión que promocionaba un jamón entero. Precio: 51 euros, equivalente a 7,27 por kilo. Y como era previsible, en estos doce meses las ventas se han disparado un 300%. Pero llegó Asda y bajó la pata a 49 euros. Y Aldi terció: por 44,56 euros se puede comprar un jamón. Eso deja el kilo a 6,85 euros.
Otra cosa es la calidad. En los establecimientos de lujo, el mejor jamón pata negra de verdad se puede adquirir por 2.480 euros o así. Y un muy buen ibérico sale por 57 euros el kilo. Los que distribuyen las cadenas populares son jamones serranos sin más, pero también sin menos. Waitrose, por ejemplo, los encarga a una red de productores de Cataluña y de Teruel. Son proveedores con los que han tardado años en establecer la pauta de suministro.
Pero esta guerra del jamón serrano se inscribe además en la nueva situación de la manera de comprar de los británicos y de los europeos en general. En resumidas cuentas: en tiempos de crisis el precio cuenta más que otros argumentos. Por eso el crecimiento de Aldi y Lidl es paralelo a los problemas que están teniendo cada vez más otras cadenas como Tesco, Sainsbury’s, Morrisons y la misma Asda. Se está implantando un modelo de negocio con menos personal, muchos menos productos pero escogidos y ofertas gancho dos o tres veces a la semana.
Se tiran al cuello por ganar un cliente: que se lo digan a Lidl con la reciente polémica en España por sus promociones de vinos Protos y Marqués de Cáceres a bajo precio.
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